“Todxs decían algo. Yo
sólo quería ser popular”...
No son los 40 años. Es el miedo. Es el
tiempo que no comienza a caminar. Son los ojos abiertos que no
permiten volver a soñar. Son las ambiciones cotidianas que nos
salvan del dolor de perder nuevamente. Es que de alguna manera,
estamos estancados. Nos negamos satisfacer la necesidad de caminar.
¿Acaso la conspiración no comenzó
cuando triunfó Allende en las urnas? ¿acaso no comenzó durante la
campaña? ¿acaso la muerte no asomaba durante las campañas
anteriores? ¿acaso la dominación oligárquica no estaba desde los
comienzos de la “vida independiente de Chile”?
¿No fue el gobierno de la Unidad
Popular una pequeña victoria electoral, la primera quizás, de un
proceso histórico de construcción democrática y consolidación de
la soberanía popular? ¿No fue el triunfo de la conciencia de clase?
¿Acaso no festejaron el triunfo los caídos en tantas matanzas, que
se repiten una y otra vez, en la historia de Chile?
Sabemos que la corrupción moral del
Estado fue una excusa barata. Pero, ¿sabemos que la guerra fría
también fue una excusa? El contexto global que financiaba el puño
oligarca. ¿Desde cuándo se venía gestando el golpe de Estado?
Tal vez ahí está el asunto, hace 40
años no hubo otro golpe de Estado. Hubo otro golpe al pueblo. Es al
pueblo que le temen. Es a la soberanía popular que detestan. Es a la
masa organizada decidiendo el destino del país que no pueden ver.
Porque nunca lo han soportado.
No es sólo la avaricia de riquezas, es
el Poder, la Autoridad, el Gobierno... ¿No fue Portales quién
redactó las ordenes que acataron Pinochet y los otros jefes de las
Fuerzas Armadas? ¿No fue para eso que se fundaron las escuelas de
oficiales?
Definitivamente, el golpe no fue contra
el gobierno de Allende. El golpe fue contra la democracia; contra la
república. Contra la distribución de Poder.
Por eso el miedo. Por eso una
Constitución excluyente. Por eso el sistema binominal. Por eso la
reducción de las horas de historia; porque la historia de Chile es
la historia de la dominación clasista de la oligarquía. Por eso la
eliminación de las clases de Educación Cívica. Por eso la
eliminación del Estado docente.
No son 40 años. Son más. Y todos los
muertos son nuestros muertos.
Pero si. Hace 40 años se dio un golpe;
uno duro. No el primero, no el último. Un golpe que siguió
agrediendo día a día. Un golpe que sigue violentando día a día.
Una amenaza de muerte permanente al pueblo.
No tengo la certeza de saber si
resistiremos, si venceremos. Pero por amor y respeto a nuestros
muertos, no debiéramos bajar los brazos, no debiéramos dejar de
luchar contra el miedo, no debiéramos dejar de insubordinarnos, no
debiéramos dejar de recordarlos, no debiéramos dejar de caminar sus
pasos.