sábado, 25 de junio de 2011

Sapeo y democracia

La semana pasada vio la luz otra polémica respecto al uso de las nuevas tecnologías en el Gobierno. Esta vez, relacionada con un servicio de monitoreo de las redes sociales que el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera (a.k.a. presidentongo) licitó en marzo pasado, y que fue asignado en abril.

De acuerdo a lo expresado por la Ministra Secretaria General de Gobierno, Ena Von Baer (sí, la hija del caballero que se quedó con las semillas de la quínoa), el interés del gobierno es saber lo que piensa la población.

Con un mes de retraso (debido, seguramente, al reducido ancho de banda disponible en Chile), las redes sociales (principalmente twitter y facebook) "estallaron" en acaloradas discusiones sobre la legitimidad de la medida planteada por la Autoridad, el derecho de los ciber-ciudadanos al anonimato, las acusaciones de espionaje y los potenciales beneficios del plan. Los medios de comunicación, siempre atentos a los intereses ciudadanos, no quisieron quedar sin mascar tan deliciosa torta, de manera que "al igual que en otros conflictos sociales", nos hemos informado (visto y escuchado) de múltiples opiniones sobre el mentado temita...

Bueno, yo no he querido quedar al margen de semejante fiesta, así que vuelvo a esta bitácora para estampar mi opinión; y compartirla con todos ustedes.

1. ¿Qué hay de nuevo viejo?

En realidad, tecnológicamente, no hay nada de nuevo en lo propuesto por el Gobierno. En general, los entendidos en ceros y unos han señalado que el monitoreo de redes es algo que se viene haciendo hace tiempo por distintos agentes sociales. A decir verdad, esto del sapeo es más antiguo que el hilo negro; por mi parte recuerdo que durante la dictadura (de Pinochet), mi abuela me decía que tuviera cuidado porque las paredes escuchaban...

Por supuesto que todo el aparato comercial y financiero del mundo sabe quién soy, qué pienso, qué como, cómo visto, dónde vivo, dónde me divierto y a qué hora me duermo. ¿Por qué don presidentongo no recurre a algún viejo amigo (socio) y le pregunta lo que quiere saber?

Un elemento que llama la atención es la capacidad de ubicar a quien realice un comentario crítico del Gobierno (un comentario bueno eso sí, no cualquier disparate como éste). Lo que permitiría encontrar a los "cabecillas" de cualquier revuelta que se esté gestando-difundiendo en la red... Claro, esto es no entender la realidad rizomática de la red y las ciber-movilizaciones; pero...

2. ¿Qué se busca?

De acuerdo a lo expresado por esta niñita (¿cómo era que se llamaba?... Ena, eso, Ena), digo Ministra, así como el Gobierno lee los diarios (de papel y electrónicos), ven noticieros en tv, escuchan radio, etc. También quiere saber lo que necesita, desea, piensa y opina en la red su amado Pueblo... (compren una bola de cristal). Nada que atente contra los individuos, por supuesto.

¿Qué responder ante tan noble motivación?, ¿será que don presidentongo se dio cuenta que el Mercurio miente? Tal vez, ha salido tan mal evaluado en las encuestas que desconfía de ellas y busca un medio donde las opiniones sean más representativas... Vaya a saber uno qué pasa por esa cabecita loca.

No sé. Se me ocurre que, en una de esas, se dijo algo así: ¿Para qué escuchar organizaciones y dirigentes sociales, si puedo escuchar a cada uno de los chilenos? (pregunta aparte es quién escucha a los desconectados de la red). Tal vez quiere ser el primer mandatario directo del país; un Balmaceda del siglo XXI.

3. ¿Por qué ahora?

En realidad, cada vez que surge algún tema muy masivo me hago esta pregunta (¿por qué ahora?). Seguramente es una paranoia mía. Pero, parece que de pronto todos tuvimos algo que decir sobre un asunto que viene pasando hace mucho, que no habíamos sabido cómo expresar, y don Seba nos abrió la llave para que soltemos nuestros miedos, en una catarsis colectiva...

¿O será que ante tanto mapuche en huelga de hambre, centrales hidroeléctricas en la Patagonia, estudiantes faltando a clase, empresas con prácticas crediticias non santas, funcionarios públicos molestos con ciertos despidos, la mala calidad del aire en la capital, las enfermedades respiratorias, las semillas transgénicas, los proyectos mineros en parques nacionales, las demandas de los rectores de las universidades tradicionales, los grupos que plantean la creación de una asamblea constitucional, y un largo etc. era mejor hacer que la población mirara para otro lado; por lo menos hasta que comience la copa américa? Mmm, puede ser...

4. ¿Y qué tanto?

El problema es que igual molesta.

¿Cómo evaluar una medida como ésta? Creo que una política pública es positiva si mejora la calidad de vida de la población y mejora la calidad de la democracia (así de simple)...

Esta medida no mejora la calidad de vida de la población, más bien perturba. No es que el Gobierno esté interesado en saber lo que pienso, más bien está preocupado de la crítica; y hay una leve diferencia en ello. El problema es que dejará de perturbarme cuando ya no me importe. Y que no me importen los asuntos públicos es algo grave. Cuando los ciudadanos nos aburrimos de estar atentos al curso que toma el país, es que ganan personajes como presidentongo. Cuando lo público (colectivo) nos da lo mismo, es que ganó el individualismo (hace rato); y eso es malo, feo y mortal.

Tampoco mejora la democracia. Más bien amedrenta a los que todavía tienen ganas de pensar y opinar. Aunque sean opiniones vanas e irreflexivas. Pero, en el acto de compartir y conversar (cibernéticamente en este caso) se aprende, se maduran conceptos, se establecen lazos y crece el sentido de pertenencia a una sociedad (local, regional, nacional, continental y global). Y ese sentido de pertenencia colectiva favorece el empoderamiento de los ciudadanos. ¿Qué duda cabe? Eso es lo que ha venido pasando a nivel mundial desde que las redes sociales fueron tomadas para coordinar pensamiento y acción política directa. Se ha pasado de la apatía a la opinión y a la acción. La lista es larga, y el lumpen digital (como lo llamara un personero del Gobierno Pasado) es muy bueno para revolverla, tirar al piso proyectos de leyes y hasta derrocar tiranos. Aunque en la mayoría de los casos sólo escriba frente al teclado.

En definitiva. Es una medida antidemocrática, que merma la calidad de vida individual y colectiva. Que es cuestionable cuando lo realizan aparatos comerciales, pero insoportable cuando viene de parte de la Autoridad.

Si quiere saber qué opina la población, hable con sus organizaciones y dirigentes. Si no hay dirigentes a la altura, eduque a la población, con un fuerte énfasis en la educación cívica; forme cuerpo social. Haga sociedad, país. No ande como los ladrones, mirando desde lejos por las ventanas...

Nada que ver, pero cierro con esto: "Que no haya dictador, no significa que hay democracia. La República Oligarca nunca será democrática".

Y por último, un regalo, pinche aquí: Andes Libre.


PS: 5. Dime con quién andas...


Mis disculpas, ayer olvidé un elemento importante, el contexto.

El asunto es que, siendo ingenuos, se podría aceptar los dichos de la Ministra Baer. Sin embargo, el actuar del Gobierno en materias de seguridad interior siembra un campo de dudas y desconfianzas; especialmente los entuertos del Ministro del Interior (Hinzpeter, QueSeVaya).

Los que buscan "conocer" el sentir de la población, son los mismos que han armado el montaje del caso bombas, para validar la tesis de la "asociación ilícita para el terrorismo". De seguro que si hubiesen contado con este "método de información" meses atrás, los inculpados habrían sido acusados de comentar "posteos" en redes sociales; qué más terrorista que eso...

Estos personajes son los mismos que han seguido aplicando la ley antiterrorista a los mapuche que quemaron un camión y un granero; dignos herederos de Bin Laden...

Son los mismos que no han estimado recursos represivos en contra de manifestaciones de estudiantes, académicos, funcionarios públicos, ecologistas, comerciantes callejeros, y todo aquel que pretenda perturbar el "orden público"; que no es más que la proyección vial del orden social.

En este contexto, el mentado monitoreo de las redes sociales no deja de ser una herramienta más de represión y amedrentamiento social.

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