domingo, 3 de julio de 2011

Del lucro y otras mariguanzas…

Entre tanto paro, marcha, toma, baile, entrevista, mesa de trabajo, etc. se van instalando discursos que se deben analizar con cierto detalle. En particular, me referiré a la legitimación del lucro en educación.

No voy a discutir aquí el rol estratégico de la educación en la formación ciudadana y el desarrollo social. Daré por supuesta la importancia y criticidad que tiene el sistema de creación, adquisición y transmisión del conocimiento en nuestro momento histórico.

Hace una semana, en un programa de análisis nacional, un panelista mencionaba que era legítimo lucrar con la educación, ya que es justo que quien "pone dinero" para la creación de una institución educacional reciba una ganancia por su dinero. Este argumento busca des-demonizar el lucro en educación, bajo el principio que todos lucramos con lo que hacemos. Este comentario lo escuché un par de veces en días posteriores.

El argumento anterior es tan válido como decir que es legítimo que los ejércitos de la OTAN maten niños en medio oriente, porque todos matamos (matamos vacas, pollos, peces, etc).

No se si no entienden a qué se refiere y el contexto en que se plantea la expresión: "lucro en educación"; o simplemente pretenden confundir.

El punto es que el normal de los ciudadanos no lucra con nada. No en este país al menos. Una cosa es recibir (o esperar) el pago por el trabajo, y otra muy distinta es el lucro, entendido como el retorno a una inversión, y que generalmente supone ser mayor que el interés de un depósito con renta fija. No lucra el obrero, ni el profesional, ni el académico; ellos sólo reciben la paga por su trabajo, que varía dependiendo de lo especializada de la disciplina que desarrollen. De modo que no, no todos lucramos.

Se debe considerar también que, cuando hablamos de lucro en educación, no nos referimos al trato comercial por el traspaso de conocimiento. La situación es que existen inversionistas que construyen infraestructuras donde opera el intercambio del saber, emplean a quienes tienen el conocimiento y cobran a quienes desean adquirirlo; evaluando de acuerdo a criterios de mercado las disciplinas que son más rentables de impartir.

Una deficiencia importante en el modelo que consagra una educación de mercado radica en que, difícilmente, un inversionista incluirá en la evaluación de su negocio, las necesidades de largo plazo que la sociedad espera enfrentar con la formación de cuerpos profesionales y técnicos. Por lo que este modelo conlleva importantes ineficiencias que pesan en el desarrollo social.

Atendiendo, además, a la escaséz de recursos disponibles socialmente para educar a la población (dinero que proviene de las familias o del fisco), es altamente regresivo gastar importantes montos en financiar el retorno esperado por el empresariado de la educación; pudiéndose emplear dicho monto en dar mayor cobertura y calidad en un sistema administrado por el Estado (la sociedad).

Como dijo la yegua cuando se le bajo el burro: "no es lo mismo"...

No, no es lo mismo. Por eso, no se trata de transparentar lo que pueden lucrar los inversionistas en instituciones académicas. Se trata de construir un sistema donde el Estado garantice la creación, el acceso y calidad del saber, basado en las necesidades de país.

No niego que alguien desee invertir en educación (esperando utilidades). Lo que lamento es que la sociedad se autocondene a malgastar sus recursos.

¡MARICHIWEW!... ah, na que ver... pero igual.

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