domingo, 8 de julio de 2007

Pan de pascua, o una introducción al SL.

Para calentar los motores comenzaré con un texto que escribí para la página de un amigo hace unos años. Es un punto de partida para hacerse una idea de qué es y por qué prefiero el Software Libre.

Introducción


Mi abuela materna preparaba un Pan de Pascua espectacular. El origen de esa receta es un misterio; al parecer provenía de Alemania. Ella hizo algunas modificaciones para obtener un producto más local, y satisfacer los más diversos gustos de sus nietos. Parientes y amistades compraban algunos panes de esa pequeña producción casera. Luego, la receta pasó a mi madre y hermana; actualmente mi esposa también conoce la receta.

Nada de lo anterior habría sido posible si el autor de tan exquisito pan hubiese patentado la receta, y vendido su producto con una licencia que prohibiera la copia, distribución, modificación y preparación casera de la mezcla. Es decir que todos los que hemos disfrutado de aquel “pan de la abuelita“, lo hacemos porque la receta fue y es libre. Libre de distribuir, modificar, experimentar, etc. Esta observación parece sobrante tratándose de un producto culinario, ya que las recetas suelen “pasarse de mano en mano“, pero no lo es tanto. ¿Cuántas personas conoce usted que tengan acceso a la “receta“ de Coca-cola, la gaseosa más conocida a nivel mundial, y uno de los bienes de consumo que retorna las mayores utilidades a sus propietarios?

Un software o aplicación computacional es algo muy parecido a una receta de cocina. En la mayoría de los casos es, algo así, como un listado de indicaciones y comandos que le dicen al computador qué hacer con los datos que se le proporcionan para entregar un resultado que el usuario entienda. Se escriben en lenguajes de programación, los que son relativamente fáciles de entender por personas familiarizadas al tema. Por esta razón, cualquiera podría estudiarlo, duplicarlo y modificarlo, adecuándolo a sus requerimientos (si lo estima necesario).

Ahora bien, para que un software común sea entendido por el computador, se requiere de un conjunto de programas básicos que permitan la comunicación entre los lenguajes de programación y la máquina. Este grupo básico se denomina Sistema Operativo (SO) y podemos decir que, en general, sin él no es posible utilizar un computador. UNIX fue uno de los primeros sistemas operativos (tenía la gracias de funcionar en distintos tipos de máquinas). Sin embargo, los más conocidos y usados son MS-DOS (en el pasado) y actualmente MS-Windows (en sus diferentes versiones).

Al igual que en el caso de la Coca-Cola, los “dueños“ de los software y SO's suelen entregar solamente el producto y no el código fuente del programa (la “receta“), el que suelen encriptar (traduciéndolo a una nomenclatura numérica ilegible). Además, suelen prohibir expresamente a sus clientes compartir, modificar o estudiar siquiera, tanto la aplicación como el código que han adquirido, en caso que por algún medio se pudiera llegar a él, mediante licencias de carácter contractual, amenazando con penas legales y generando un discurso socio-político-económico señalando que quien lo hace es un “pirata“, un criminal.

La situación a la que nos hemos acostumbrado desde fines de la década del ochenta del siglo pasado, es que para utilizar un programa debemos pagar por él o, en el mejor de los casos, descargarlo gratuitamente (a veces por un tiempo de prueba) pero sin acceso a su código e impedidos de modificarlo. Como si esto fuera poco, en algunos casos, se nos obliga a entregar datos personales. Es común que las licencias se otorguen para una sola máquina, de modo que si se requiere cargar la aplicación en otro PC de la casa u oficina se deberá pagar una licencia adicional. Si un software posee las características anteriormente descritas se denomina “propietario“.

Al dorso de la moneda encontramos aplicaciones que expresamente permiten el acceso a su código fuente, su estudio, modificación y distribución; a este grupo se le llama Software Libre o de Código Abierto (FLOSS, free libre open sorce software).

Un FLOSS es protegido mediante alguna de las tantas licencias que señalan las libertades que posee el usuario del programa en cuestión, al tiempo que señalan que cualquier modificación que se haga a la aplicación debe ser distribuida, igualmente, con una licencia que garantice las libertades del original. Entre estas licencias una de las más utilizadas es la GPL (general public licence).

La quinta pata del gato

Las compañías propietarias de software cobran por las licencias de sus productos, así como también por las innumerables actualizaciones que prometen solucionar las deficiencias de las versiones anteriores. Estos precios tienden a ser demasiado elevados para la mayoría de las personas e instituciones de los países subdesarrollados (del tercer mundo o en vías de desarrollo), produciéndose así lo que se ha denominado la brecha digital, que separa los sectores que disponen de los recursos para costear sus programas y los que no. Por otro lado, han hecho que los gobiernos de países pobres gasten grandes cantidades de dinero que podría ser utilizado de mejor manera (esto porque existe la alternativa de no gastarlo en licencias).

Un FLOSS, en cambio, no cobra por la licencia y es posible distribuirlo e instalarlo sin restricciones de número de máquinas. Esto no quiere decir, necesariamente, que todos sean gratuitos. Sin embargo, operan precios de mercado determinados por la libre competencia real. Y no los altos precios arbitrariamente definidos por las compañías que abusan de sus prerrogativas monopólicas. Pese a que libre no significa gratis, muchos programas y SO's libres o abiertos son gratis; se pueden descargar desde Internet sin necesidad de pagar. Sin duda esta es una gran ventaja para los sectores más pobres de la sociedad global.

Ahora bien, no es sólo una cuestión de pago de licencias. El software propietario posee una serie de ineficiencias que la sociedad debe cargar. Por un lado, no es posible arreglar un desperfecto o falencia en una aplicación, ya que no se dispone del código ni se pueden realizar modificaciones; esto equivale a no poder llevar su automóvil a su mecánico de confianza, sino estar obligado por contrato a repararlo en los talleres de la marca del vehículo. En el caso de los FLOSS, en cambio, cualquier persona está autorizada para realizar las mejoras o variaciones necesarias; reduciendo, al menos teóricamente, el tiempo de respuesta entre reporte de fallo-mejora (parche). Esto permite que toda la comunidad se beneficie de esa mejora, la que luego es incluida en las nuevas versiones.

Al no poder acceder al código fuente de programas y sistemas, no es posible saber qué hace y qué no hace una determinada aplicación. Es posible que una aplicación esté usando recursos innecesarios del sistema (memoria ram, por ejemplo) y no podríamos saberlo. Muchas veces, un error se perpetúa de una versión a otra sin que los usuarios puedan hacer mucho al respecto. También, es posible que existan falencias de seguridad que pongan en peligro la supervivencia de nuestra información. A los FLOSS se les puede hacer auditoría de código; es decir que posee mayor transparencia.

Cuando se escribe un software inspirado en uno propietario preexistente hay que reinventar la rueda, salvo la firma dueña del original, ya que sólo ésta puede copiar o reutilizar el código. Esto acarrea dos problemas serios: ineficiencia en el aprovechamiento de los recursos existentes y el desgaste de las compañías locales que producen programas, ya que las ventajas con que compiten las grandes compañías transnacionales es un trecho, muchas veces, insalvable para las empresas menores. En cambio, toda aplicación Libre es reciclable, potenciando los desarrolladores locales y permitiendo partir de un punto más avanzado. Con esto, todos se benefician recíprocamente, minimizando la exclusión tecnológica.

Por otro lado, algunos países de Europa y Latinoamérica han señalado la inconveniencia de depender tecnológicamente de algunas compañías productoras de softwares en sus administraciones, lo que atenta contra sus soberanías nacionales.

La traducción de las interfaces a lenguas minoritarias y dialectos es impensada para el software propietario. La razón es simple, los pequeños mercados no justifican ni motivan dicha inversión. Una vez más, los usuarios de programas con códigos abiertos han podido adecuar comunitariamente las aplicaciones, adecuándolas a sus necesidades, facilitando y potenciando el uso de las herramientas computacionales por sectores marginados por la barrera del idioma.

Una de las preocupaciones gubernamentales del último tiempo es la alfabetización digital. Se supone que una persona con conocimientos y algún grado de dominio computacional tendrá mejores alternativas laborales. Sin embargo, el pago de licencias por el sistema operativo y los programas va en contra de un mayor número de computadores a disposición de escuelas y centros comunitarios. Muchos países y municipios, dándose cuenta de este punto han optado por el software libre; entre ellos Brasil, China, Uruguay, España (Extremadura es un caso emblemático, comunidad que logró poner un computador de última generación para cada dos alumnos del sistema escolar pública gracias al ahorro en licencias).

Hay un factor más técnico. Los monopolios generan ineficiencias. Esto se produce porque el monopolista al maximizar sus utilidades no respeta el equilibrio de mercado, sino que escoge un precio más alto, aun a costa de menos ventas. Este margen de ganancias que obtiene el productor, significa que una mayor porción de los consumidores se ven excluidos del producto. Sólo el Software Libre permite una real competencia, lo que permite alcanzar el equilibrio de mercado, con su respectivo precio de equilibrio.

Estas son sólo algunas de las razones económicas, sociales y políticas que se pueden dar en favor del software libre.

Otra cosa es con guitarra

Como se ha señalado, la base del uso de los pc's se encuentra en los sistemas operativos. Y para bien de muchos, existen SO's libres. Entre ellos los diversos GNU/Linux, BSD, Hurd, etc., siendo los basados en Linux los más populares en este momento.

En 1991, un joven hacker estudiante de segundo año de ciencias de la computación de la Universidad de Helsinski (Finlandia), anunció a la lista de usuarios de MIMIX, un SO similar a UNIX de carácter docente, que estaba desarrollando el núcleo de uno nuevo que cumpliera con los requerimientos de un sistema de uso real. Linus Torvalds buscaba poder ejecutar en el pc de su casa las aplicaciones que desarrollaba o utilizaba en la universidad. Todo comenzó casi como un juego (“just for fun“), sin embargo fueron cientos los que se sumaron a su llamado y ahora somos cientos de miles los que nos beneficiamos por GNU/Linux; sistema que sólo aspira a ser el mejor sistema operativo.

La tarea de Linus y los otros que se sumaron habría sido mucho más difícil de no ser por la preexistencia de la “Free Software Fundation“ (FSF, Fundación del Software Libre). A mediados de los ochenta, Richard Stallman, del laboratorio de inteligencia artificial del Massachusset Institute of Technology (MIT, Instituto de Tecnología de Massachusset), creó la FSF con el fin de proteger la libertad de los programas ante la naciente tendencia empresarial de patentar y licenciarlos. Así se gestó el proyecto GNU (Gnu No es Unix, definición recursiva), el que ha albergado programas y programadores que creen en el software libre. De aquí que los sistemas operativos basados en el núcleo Linux y los programas libres del proyecto Gnu, se han llamado Gnu/Linux, aunque ahora los aportes de aplicaciones no sólo vienen de GNU y la FSF.

A partir de Linux han surgido diversas distribuciones de este SO. Entre las más reconocidas están: Debian, Suse, Red-Hat, Mandrake, Slackware, Gentoo, y un largo etcétera. Además, existen distribuciones que no requieren ser instaladas; basta con insertar un disco compacto y arrancar el pc; todo funciona de modo virtual, entre ellas está Knoppix, Gnome Live-Cd, Pequelin (especialmente dedicada a la docencia escolar), Linex (Linux de Extremadura) y otras. Todas estas son posibles de descargar de forma gratuita desde sus respectivas páginas webs.

La opción

Ahora que sabe que la alterna existe, depende de usted atreverse a probar y disfrutar de las múltiples ventajas de GNU/Linux y el software libre. Puede que en un comienzo le resulte algo engorroso, pero la estabilidad y eficiencia con que maneja los recursos del computador son un buen aliciente.

Por último, y siguiendo uno de las características destacadas por su creador y los miles de usuarios... es entretenido (y se aprende bastante).

Algunas páginas para visitar:

www.linux.org
www.gnu.org
www.lucas.es
www.ltdp.org
www.opensource.org
www.softwarelibre.cl

1 comentario:

Nadie dijo...

bastante interesante el articulo , como ya te mencione encuentro un gran acierto la comparacion del software con una receta , son este tipo de explicaciones de un caracter mas didactico las que le quitan el miedo a la gente , solo si logramos acercar el mundo de la informatica y el software libre a la gente esta perdera el miedo y tendra iniciativa para ver mas haya de las barreras del software propietario

 
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